miércoles, junio 13, 2007

The Masquerade

Hay quienes gustan de mostrar su verdadero naturaleza desde la primera impresión. También hay aquellos que prefieren usar máscaras, mientras más variadas, mejor. La naturaleza humana, tarde que temprano, termina por salir a la luz.

Existe una gran diferencia entre la que creemos que es nuestra naturalezza y la que realmente es, pues podemos, incluso, engañarnos a nosotros mismos. Por ello muchas personas temen estar a solas y enfrentarse a sí mismas, descubrirse y darse cuenta que no se gustan.
El paso de los años, las circunstancias adversas de la vida, las personas en nuestro camino y nuestra familia son las principales herramientas que forjan y modifican nuestra personalidad, para bien o para mal, ya sea para dejarla al descubierto o enterrarla aún más profundo.

El alcohol, los estupefacientes y otro tipo de drogas logran llegar al fondo de nuestro ser y empujar hacia la superficie nuestro verdadero yo. Hay quienes les agrada ese "yo" que sale en estado de ebriedad, también a quienes les desagrada, pero lo cierto es que en esos momentos (si somos observadores) podremos contemplar a ese "yo" que se presenta frente nosotros.
Yo soy de aquellos que creen que los seres humanos somos seres cambiantes constantes y dinámicos, siempre buscando una mejora en nuestra persona. A pesar de ello, a pesar de que cambiemos mil y un veces las máscaras y disfraces, en el fondo permanecemos estáticos. Tratar de cambiar el centro de nuestro ser es como querer enfriar el centro de la tierra, no es imposible, pero casi. Es como dice una de mis canciones favoritas (Bittersweet symphony - The Verve):

"No change, I can change
I can change, I can change
But I'm here in my mold

I am here in my mold
But I'm a million different people
from one day to the next
I can't change my mold
No, no, no, no, no"


Podemos un millón de personas, extremadamente cambiantes, pero al final del día, cuando las luces se apagan y sólo la luna ilumina tu habitación, ahí, entre las sombras, cuando las máscaras y los disfraces se han colgado, entonces volvemos a ser la misma persona que somos en la intimidad de nuestras almas. El cuerpo desnudo de nuestro espíritu será siempre el mismo. Podrá ser mutilado, pero jamás cambiara su forma.

1 comentario:

Gala dijo...

¿qué máscara me cuelgo hoy?
es la pregunta que se hace casi de todos los días Payo y que viene a contestar Gala con irreverencia: la misma de todos los días ¡tonta!... de todos modos los demás no lo van a notar...

es verdad, estar solo con nosotros, al final de la función es escalofriante, saber que eres tú el protagonista de tu propio destino y que esa lucha constante de matices y contrastes no hace más que forjar una personalidad resultado de la convivencia con los otros y de la propia reflexión...
es tan pero tan fuerte...

cuando nadie me ve puedo ser o no ser (alejandro sanz)

yo creo que uno de mis grandes defectos es ser tan tajante, ser tan intensa en un segundo y mostrarme tal cual soy para que me beban en seco y otras tantas no dar nada pero nada de mí, me cierro a cualquier posibilidad y lo peor, lo peor de todo es que hay una parte consciente en este proceso y lo permito, me permito evadirme y complicarme tanto que cuando quiero desenredarme es imposible...

te cuento esto aquí entre nos, porque es un comentario que la voz en off de mi paranoia merece...

un beso!!!