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viernes, septiembre 05, 2008


"Intruso"

El pseudo príncipe de las miserias jugó a conquistar nuevos mundos, el iluso se creía rey de reyes, emperador de historias, césar de creaciones.  Amante del oro y los diamantes, cazador de tesoros y domador de preseas. 

Una tarde, mientras paseaba por los jardines infinitos de margaritas azules de su reino, se encontró con un animal desconocido para él. Verde y grande, de ojos saltones y piel arrugada. Hablada croac croac en vez de palabras. El príncipe no le entendía y le ordenaba se diera a entender. El extraño ser continuaba con su cántico croático. Su real majestad, molesto ante la descarada desobediencia del animal, ordenó se le atrapara y llevara a los calabozos del palacio real.

Desde su lujosa habitación, su realeza seguía escuchando el ruidoso cantar del animal, sabía que lo hacía únicamente para molestarlo.

Al siguiente día, mandó matar a la bestia y buscar en su panza el instrumento musical con el que hacía el ruidoso sonido que tanto provocó al príncipe.

Los guardias, obedientes como siempre, decapitaron al animal y le abrieron la panza, en su interior apareció lo que parecía un flautín. Su majestad tomó el instrumento y lo tocó. El horroroso ruido sonó. Los orificios del artefacto estaban tapados, por ello que no sonaran armoniosos como se esperaba.

Se dedicaron los días venideros a limpiar cautelosamente el instrumento, hasta dejarlo limpio. Ya sin manchas ni sangre, se percataron que estaba hecho de latón. Decepcionado, el príncipe, tiró el flautín al arroyo. En ese momento, perdió la voz.



viernes, junio 20, 2008





"Fuera de contexto"





Vi nacer un hada brillante dentro de una gota de lluvia colgada de una hoja del árbol de mi casa, parecía más una sirena, con cola larga y rojiza, pero también alas enormes y además cuernos. Apenas cabía dentro de la pequeña cápsula de líquido vital. No quería que muriera, y eché la gota dentro de una pecera, pero los voraces y envidiosos animales devoraron a la pobre hada-sirena. Con el tiempo el pez cambió de color y le crecieron alas. Huyó por la ventana y jamás volvió. Meses más tarde lo volví a ver en una fotografía en una de esas revistas de casos insólitos, “Descubren maravilla de la naturaleza: Pez alado”. Fue disecado y expuesto a experimentos. El tonto animal no estaba preparado para lo que había allá afuera.





martes, junio 10, 2008



“Knight’s Tale”



El caballero y su lacayo cabalgan de día los caminos entre arbustos de holocaustos donde florecen las penas amargas. Obediente el lacayo abre paso entre las ramas a su amo de resplandeciente armadura oxidada. A su paso suenan las piedras advirtiendo la presencia enemiga que pronta se acerca a su encuentro. Minuto después ha llegado al frente, carga en mano cofre del tesoro, en la otra espada de mortal cuchilla aún con olor a muerte. A defender se prepara el guerrero, mente abierta, corazón cerrado, espada desenvainada. Sonido de metales en colisión, carraspeo de gargantas cansadas, huele el sudor a mezcla de victoria y derrota, ¿De quién será cada cuál? Ahora la lluvia arremete en contra de ambos con granizo desde el cielo. Duelen, duele, duelo de gitanos, guerra de bestias, pleito de machos, batalla ilógica sin propósito, como todos, sin sentido contra el mundo. El fiel lacayo observa la escena sin pestañear y pobre ahora las lágrimas mojan sus mejillas. De premio se lleva el caballo del guerrero y abandona al sirviente del difunto. Llora la muerte de su amo mientras lo despoja de los objetos de valor: la armadura, el medallón del padre, el brazalete regalado por la madre, los ojos azules. ¿Quién le dijo al caballero que el viajero era enemigo? ¿Por qué fue amenaza el peatón?



miércoles, junio 04, 2008



“Paciencia Clitoriana”


Vivió en la noche, entre el oscuro y el negro de un pequeño encuentro de momentos, una dama vestida siempre de rojo, manchada la tela de sangre que su corazón lloró y los óvulos escupieron de rencor. Vaga la fémina por los caminos de escombros caídos desde estrellas muertas donde su rezo esperanzado se escapa al nudo fortuito de dolor ahogado colgado alrededor de su cuello. Cuando de día la dama no duerme, camina lento en busca de oasis donde lavar su precioso vestido que una vez fue blanco brillante diamante. Abandonada y golpeada, huye y se esconde, sale y camina, llora y solloza. De siglos las huellas marcadas en el lodo de aquel pantano escabroso. Ya se cansa la mujer de tanto andar, sobre una banca de hierba se sienta a descansar. Al final del camino aparece una sombra, se acerca y la besa, pasión entregada en cajita de regalo, con música y con risas, el clímax sexual tanto anhelado, aunque no con quien soñaba, pero mejor que lo soñado. Se esfuma la sombra. La mujer lava su vestido. Desde entonces camina incandescente de blancura, los óvulos ya no escupen, ahora se regocijan tras el orgasmo extrasensorial.