miércoles, junio 04, 2008



“Paciencia Clitoriana”


Vivió en la noche, entre el oscuro y el negro de un pequeño encuentro de momentos, una dama vestida siempre de rojo, manchada la tela de sangre que su corazón lloró y los óvulos escupieron de rencor. Vaga la fémina por los caminos de escombros caídos desde estrellas muertas donde su rezo esperanzado se escapa al nudo fortuito de dolor ahogado colgado alrededor de su cuello. Cuando de día la dama no duerme, camina lento en busca de oasis donde lavar su precioso vestido que una vez fue blanco brillante diamante. Abandonada y golpeada, huye y se esconde, sale y camina, llora y solloza. De siglos las huellas marcadas en el lodo de aquel pantano escabroso. Ya se cansa la mujer de tanto andar, sobre una banca de hierba se sienta a descansar. Al final del camino aparece una sombra, se acerca y la besa, pasión entregada en cajita de regalo, con música y con risas, el clímax sexual tanto anhelado, aunque no con quien soñaba, pero mejor que lo soñado. Se esfuma la sombra. La mujer lava su vestido. Desde entonces camina incandescente de blancura, los óvulos ya no escupen, ahora se regocijan tras el orgasmo extrasensorial.


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