martes, febrero 12, 2008

“Despierta, mi bien, despierta”


Olía a tierra mojada, aún sin nubes.
No llovió, pero seguía el delicioso olor, y bajo mis sábanas me regocijaba solo en mis sueños de colores, de aromas, de caricias de sirenas de agua dulce, tenía alas y volaba lejos, donde sólo el sol alcanza, entre el horizonte y el infinito.
No faltaba nada, todo iluminado, ventiscas de verano besando mi frente mientras flotaba sobre la marea del océano verde acompañado de ballenas blancas devorando islas, escupiendo fantasías, seguidas de tortugas amarillas.
Ya no lloraba la roca, ahora reía a mi lado, junto a las otras criaturas, las aladas, las rastreras, las marinas y hasta las terrestres.
Recuerdo un molino, era grande, era tosco, giraba y giraba, aún sin viento, abajo la choza de madera donde vivía la princesa de las manzanas, cultivaba peras, cosechaba uvas y comía solo duraznos.
Con ella me casaba y teníamos 7 hijos:
Eolana, Edrim, Valdor, Lwanda, Kohtar, Uneyda y Zeraphym,
Todo era feliz, todo era alegría, hasta que el ruido de los platillos llegó y lo arruinó.
Se desvaneció, uno a uno desaparecieron, al final el cuarto oscuro poco iluminado por la luna y los pocos deseos de ir a trabajar.




1 comentario:

Agus... dijo...

Yo una vez vi un cuadro de El Bosco que ahora tu entrada me trajo a colación.

Dicen los que lo entienden que cuando mezclamos sirenas, mares y tortugas, estamos a un paso de... ¡tener un blog! ¡Chale, otro de estos comentarios y ciérrame la puerta, por favor!

Ya siendo serio, tu entrada es un verdadero retrato fotográfico del cuadro de El Bosco que se te antoje, en especial aquél donde haya mar (recomiendo principalmente El Jardín de las Delicias).

Un saludo. Esto que haces cada vez lo haces mejor.