sábado, enero 19, 2008


Atrapado entre hojas blancas y números ilógicos, debajo de los grandes del dinero, me he convertido en un esclavo más de esta cadena de miseria que nos acosa día a día y nos transforma en bestias domesticadas, pero me canso y me caigo, las cadenas me sostienen y no me dejan tocar el suelo.
El exhausto suplicio de esta cotidianeidad me está matando lentamente. Y me convierto en piedra poco a poco, de los pies al pecho, del corazón hacia fuera.

Pero entre las torres de papel y las murallas de estrés, encuentro un espacio para mi tintero, es ahí donde me pierdo y me entrego entero a la demencia. Es pequeño, pero grande cuando quiero, ahí donde no me ordenan, no hay cadenas, no hay vicios, vacíos, éxitos ni fracasos.

Mientras tenga un sueño seguiré durmiendo, mientras tenga tinta seguiré en terapia.





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