martes, marzo 04, 2008

OverDose, Segunda Parte

Estaba medio borracho cuando llegó a su casa como a eso de las 3 de la mañana, pero había empezado a beber desde las 6pm, justo saliendo de trabajar, era viernes social y se lo tenía bien merecido después de una difícil semana.

La casa estaba casi completamente oscura, de no ser por la pequeña lamparita de prendido automático en la mesa de la sala.
Entre tambaleos y sujetándose de las paredes llegó a su habitación al final del pasillo, y después de varios intentos iluminó su cuarto con un toque.
Ahí estaba, después de un par de meses, sobre su buró, el sobre blanco con su nombre al frente, escrito a puño y letra de su amigo, cerrado todavía, no se había atrevido a abrirla, y no pretendía hacerlo próximamente.

Le guardaba rencor, no quería pensar en él, pero siempre terminaba haciéndolo, todo se lo recordaba. La oficina, la casa que compartían, cuando salía de fiesta, el silencio de su "hogar", todo cambió desde su partida, y seguía odiándolo por eso.

Se sentó sobre la cama, contemplando el maldito papelito a su lado, lo acarició con los dedos y le dio otro trago a la bebida que traía en la mano, esa que se trajo al salir del bar.

"Estúpido"
Le grito al sobre y lo aventó lejos de su vista.

Ni siquiera quería saber por qué demonios lo había hecho. Ya estaba hecho, y las justificaciones no valían de nada, su mejor amigo lo había abandonado y no podía perdonarlo, aún cuando ahora habitaba en el infierno.Al principio del pasillo, tras la puerta cerrada, seguía intacta su habitación, nadie había entrado, ni siquiera la madre.

Una vez lo intentó, pero se arrodilló a llorar frente a la puerta. Se rindió y se fue sin mirar adentro. Tampoco él se había atrevido. Todos los días pasaba frente a esa puerta y se detenía un par de segundos para verla. Entró varias veces antes de enterarse que ya no volvería el muy imbécil mal amigo.

El sueño por fin lo venció, mientras la bebida reposaba sobre el buró, el mismo lugar donde minutos antes estaba el altar para el sobre, ahora los hielos se derretían lentamente entre las paredes de cristal, y él se sumía en la misma pesadilla desde hace dos meses.























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